GENTE DE BIEN



 
                                                                                                 
                                                                                                                  Mónica Lackington F. 

Hace no mucho tiempo ,visité un hermoso centro comercial en Vitacura, es un recinto abierto que tiene un cafecito estilo francés con excelente pastelería. Como fui un día concurrido, el lugar que me gusta estaba repleto. Entonces, apareció una mesa libre en otro, y me senté. Se acercó una joven a decirme que aún no se inauguraba, por lo cual no estaban atendiendo, pero que podía permanecer una ratito allí. Poco tiempo después vino el dueño y dijo que, efectivamente, no estaba abierto al público , pero que, con mucho gusto, me regalaría un café  y podía quedarme todo el tiempo que quisiera.

Hace unos días, acompañé a una amiga a buscar su computador. Lo había olvidado la noche anterior en un restorán dentro de otro centro comercial. Tanto el administrador, los guardias como el Servicio al cliente, nos señalaron que nada se había encontrado y que sólo podían acceder a mirar las cámaras para ver quién lo pudiese haber tomado. 

Pasaron las horas y no supimos nada. La esperanza estaba casi perdida: un computador de mucho valor difícilmente sería devuelto...

Ya casi era de noche ,cuando mi amiga ,recibió un llamado informándole que uno de los jardineros del mall se había llevado el Mac y que debido a su turno vespertino, recién lo había podido entregar al lugar de las cosas perdidas.

Me pregunto, ¿Son frecuentes estas experiencias o rarezas de la vida actual? ¿Por qué ha pasado a ser excepcional que alguien ayude a otro, en vez de ser una conducta cotidiana?

Los que hemos vividos otras tiempos, recordamos con agrado que las personas compartían lo que tenían. Se prestaban las casas de veraneo, los vestidos de novia, el auto para un evento especial, se recibía a parientes lejanos y se los visitaba con frecuencia. Existía la cordialidad en las relaciones sociales. Las casas eran más abiertas y la entretención principal era pasar buenos momentos en compañía de amigos y familiares.

   Chiapas, México.

Desde mi punto de vista, que un caballero me regale un café, que un trabajador devuelva un objeto valioso a su dueño, no son actos por conveniencia ni deben ser conductas ocasionales. La cortesía debe ser reinstaurada, porque con ello se acaba el miedo al otro, crece la confianza y vivimos mejor.

Aún se mantiene la amabilidad fuera de las grandes ciudades, donde la gente se conoce más y quiere mostrarse como una "buena persona".

Hace poco leí que le estaban enseñando a niños muy pequeños, preescolares, a comportarse de esta manera; los sentaban como si fueran en un bus y ellos tenían que dar el asiento a ancianos y embarazadas, también ayudar si alguien estaba muy cargado de cosas. Parece obvio, ¿verdad? 

Supongo que como dar un abrazo de ocho segundos secreta sustancias de felicidad en nuestro organismo, el ser gentil con otro en forma sistemática, debiera hacerlo mucho más...

¡Volvamos a hacer de esto una práctica habitual!









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